40. BMW Berlin Marathon 2013. Descalza.
6 octubre, 2013 | por Valentina Thörner en Carreras y Atletas |
En Septiembre del 2012 me apunté a la maratón de Berlin. Las inscripciones se agotaron en cuestión de horas, y entre mis conocidos solo mi hermano consiguió una. Así que no iba sola. Además, tenía un año para prepararme.
Cómo no prepararse para una maratón
El año fue bastante movido, literalmente. Entre dos mudanzas (de un país a otro) y diversos cambios profesionales los km semanales fueron cada vez más erráticos. 5 km por aquí, 10 km por allí, nada que me preparara para una maratón. La calor y los viajes de verano tampoco ayudaron y llegado Septiembre me di cuenta de que en realidad… no había seguido mi propio plan. ¿Cómo podía pasar un año tan rápido?
Ir o no ir, esa es la cuestión
Faltaba una semana y la realidad era esta: sí que podía correr 15-20 km sin mayor esfuerzo, pero no había hecho los 30 km obligatorios para probar mi resistencia. No sabía si físicamente iba poder. Además mi hermano tuvo que abandonar a causa de un resfriado. Estaría sola.
Por el otro lado ya había pagado la maratón y los vuelos. Una amiga me iba a acoger en su casa. La verdad es que no me costaba nada intentarlo. El argumento decisivo vino por parte de mi pareja: “Vete, inténtalo. Si al km 30 te das cuenta de que ya no puedes más, vuelve a casa. Yo te querré igual.” Trato hecho.
De Vibram’s nunca estás sola
Llegué el sábado por la tarde para recoger mi dorsal. Comí el plato de pasta de rigor por la noche, me fui a dormir temprano y a las 7:45, una hora antes del inicio llegué al recinto de la salida. La organización del evento fue impresionante. Canalizar 40.000 personas debe ser un gran reto de por si, así que: felicidades a los organizadores y sobre todo a todos los voluntarios.
Esperando la salida me di cuenta del frío. Para correr los Vibram’s son geniales. Para esperar sobre suelo mojado a 7ºC, no tanto. Menos mal que el tiempo pasó volando. Mucha gente se me acercó para darme ánimos, para expresar su admiración y para preguntar por mis experiencias, tanto durante la espera como después. Y claro, con los otros corredores descalzos (conocí unos cuatro) existe una hermandad inmediata, especialmente durante una maratón.
Volver ahora no vale
Una vez que se habían descongelado mis pies, los primeros 20 km fueron bastante tranquilos. A partir del km 26 que empecé a luchar. A partir del 30 ya fue supervivencia. Mis piernas pesaban una tonelada, como mínimo. Cada una. Y entonces aparecían las pancartas, que cambiaron mi dialogo interior:
“Volver ahora no vale”. Vale, vale, tenéis razón. Sigo. Total, que son 12 km si ya he hecho 30.
“Algún día ya no podrás hacer esto. Hoy no es este día.” Entendido. Voy. Sigo. Arg. Y si hoy sí es este día? No no no, sigo sigo sigo.
“Sufre, perra!” VALE, ENTENDIDO. Que ya voy. Joder, no me veréis parar ahora.
Llegué, y me fui
De los 30 km a los 40 fueron una tortura. Y entonces, algo pasó. Faltaban 2 km y algo se liberó. De repente estuve volando y volví a la velocidad inicial, sin que me supusiera ningún esfuerzo. Había dudado tanto durante la semana anterior que no me soltaba por miedo de desgastarme antes de tiempo. Pero cuando vi que sí era posible, mis alas volvieron y disfruté, realmente disfruté de estos últimos dos km.
Quizás también influyera el hecho de que tenía que coger un avión 1.5 horas más tarde y quería llegar a tiempo al aeropuerto.
Aprendizaje
Lo conseguí, a pesar de todo y contra todos los pronósticos. Y para finalizar, os dejo mis aprendizajes de corredora amateur para todos aquellos que creen que no pueden.
- Si vives en un país muy cálido, mejor que te apuntes para una maratón de primavera. Así evitas entrenar a 40ºC.
- Si consigues correr 15-20 km sin mayor problema, podrás terminar una maratón (sin grandes desniveles), aunque después jurarás que nunca volverás a hacerlo.
- Si te apuntas a tu próxima maratón antes de correr la primera, este juramento se queda inválido (para mi será Hamburgo en Mayo 2014)
- Date tiempo para la recuperación para evitar lesiones post-maratón. Verás que al tercer día bajar las escaleras ya no dolerá, solo molestará. Y después de una semana ya podrás volver a correr despacito.
Ánimo, que puedes! Y si entrenas debidamente, todavía mejor!
Como asesora de vida simple, escritora y experta en consumo responsable y felicidad, Valentina Thörner se dedica a difundir un estilo de vida minimalista en todos los ámbitos, ya sea por sus escritos o con su trabajo para clientes que quieren simplificar su vida. Corre, camina y viaja con sus Vibrams por cuestiones de espacio, comodidad y simplicidad.
Muy entretenido tu post, no he podido evitar leerlo con una sonrisa de oreja a oreja
Así me gusta, que lo disfrutes