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El 95% de los seres humanos (podemos asumir que existe un porcentaje de individuos nacidos con algún tipo de déficit biomecánico estructural) nace con 5 dedos en cada pie, separados 2-3mm, con 55 músculos, 25 huesos y un complejo entramado de articulaciones, tendones y ligamentos y suficiente grasa intramuscular para caminar y correr largas distancias descalzo.
A la edad de 9-12 meses, cuando se empiezan a dar los primeros pasos y todas las estructuras están en plena desarrollo, los progenitores (con muy buena intención, pero sin demasiada consciencia respecto a la funcionalidad del calzado que van a elegir; casi únicamente motivados por temas estéticos) encierran los pies en una zapatilla "convencional" que se puede fácilmente adquirir en el mercado: este calzado será estrecho de horma, con una cierta elevación del talón respecto a la punta (en adelante, "drop"), amortiguado y con una suela gruesa, que impida el contacto y la sensibilidad respecto al terreno que se pisa.
Además, se coloca un calcetín en forma de punta de flecha que coadyuva a la deformación de estos pies para que se adapten a la zapatilla escogida.
¿Por qué los zapatos no tienen "forma" de pie?
Sin querer hacer una recopilación respecto a la historia del calzado, únicamente vamos a mencionar un dato que arroje luz respecto a por qué las zapatillas que mayoritariamente podemos encontrar en el mercado son dañinas para nuestra fisiología y totalmente lesivas para nuestra salud podológica y corporal.
Cuando, en Occidente, la nobleza empieza a montar a caballo con estribo, necesita unas botas estrechas, altas y con tacón.
Desde entonces, el canon de belleza prima los pies esbeltos y estilizados (especialmente sangrante en el ámbito femenino) como distintivo del statu quo y el rango social, frente a los pies anchos, bronceados y toscos de los labriegos y la plebe, que andaba descalza o con burdas espardeñas, cuya única finalidad era proteger de las inclemencias meteorológicas y los objetos punzantes.
De igual modo que a las geishas japonesas se les venda los pies para deformarlos y ésto es percibido en Occidente como una "clara mutilación por cuestiones culturales y estéticas", nuestra disonancia cognitiva no nos permite ver que un calzado alto, estrecho, con amortiguación y control de pronación deforma la base y fundamento de todo nuestro esqueleto y distorsiona, a su vez, nuestro nexo de conexión con el entorno que nos rodea y está bajo nuestros pies.
Los intereses económicos (preguntaros a quién le interesa que la gente no vaya calzada o esté sana y sea su propia gestora de salud en tanto que tome conciencia de los engaños ) marcan la estética y la estética determina nuestras elecciones.
Y el sistema sólo refuerza esa base de "creencias inculcadas" (debemos llevar un pequeño tacón, ir descalzo es de personas sin recursos, las chicas deben tener pies de bailarinas, un calzado balanceado nos hace trabajar el glúteo...).
Deberíamos detenernos a recapacitar tan sólo unos segundos respecto al peso que queremos concederle a la estética respecto a la salud.
Consecuencias de llevar calzado estrecho, amortiguado y con drop desde la infancia
No respetar nuestra fisiología natural (más cercana a la de los primates que cualquier otra especie) tiene muchas consecuencias que se van dejando sentir a medida que cumplimos décadas y las deformidades se cronifican o acentúan:
-Acortamiento de tendón de Aquiles, flexores y extensores de los dedos de los pies, sóleo, gemelo e isquiotibiales... Toda la parte posterior de la pierna se resiente.
-Luxación del hueso del pulgar (hallux valgus o conocido popularmente como "juanete").
-Desajustes en la marcha causados por la mala ordenación sensorial: tenemos 200.000 terminaciones nerviosas en la planta del pie encargadas de enviar información al cerebro a través de la médula espinal respecto a cuál es el terreno por el que estamos pasando (si es duro, liso, frío, caliente, pedregoso...) para que el cerebro guíe nuestros músculos, tendones y huesos de la manera más eficiente en cada situación.
Si privamos de esa sensibilidad de contacto respecto a la superficie, pasamos tosca e ineficiente y lesivamente, puesto que los impactos se centran más en las articulaciones (especialmente, rodillas), que dejan de ser usadas como una bisagra, pasando a ser un punto de apoyo y de carga, para la que NO están diseñadas.
Las piedras o irregularidades del terreno no desaparecen porque llevemos mucha suela y amortiguación... Si vamos con un calzado fino y neutro, aprenderemos a pisarlas de manera eficiente, segura y prevenir dolores futuros.
-Problemas articulares de rodilla, tobillo y pelvis
-Acortamiento de los espacios intervertebrales: más lordosis (curva) lumbar y cifosis cervical.
-Hernias discales y lumbares
-Esguinces
-Arcos deformados
-Fascitis plantar
-Neuroma de Morton
-Y un largo etcétera, puesto que si el fundamento del edificio (pies) no es correcto, difícilmente, el resto de la estructura podrá sostenerse durante mucho tiempo.
No caemos al suelo, porque hemos encontrado un "cierto equilibrio" y todo nuestra sistema se ha doblegado para conseguirlo, pero, en un espacio de tiempo más o menos dilatado, surgirán las dolencias.
Nos hemos adaptado a "entrar embutidos y con calzador" en una zapatilla que no nos representa ni corresponde a nuestra fisiología natural únicamente por motivos estéticos, pero NO sin consecuencias: las lesiones a corto, medio y largo plazo son el precio a pagar por ello.
¿Qué patologías ayuda a prevenir/curar este calzado?
Todas aquellas deformidades, patologías y desequilibrios causados por llevar un calzado estrecho, alto, amortiguado y con tecnología no respetuosa con nuestra fisiología pueden ser prevenidos y/o tratados con calzado minimalista.
A modo de ejemplo:
-Problemas articulares: condropatías rotulianas, síndrome femoro-acetabular, problemas de meniscos, artrosis...
-Tendinopatía del Aquiles
-Neuromas de Morton
-Fascitis plantar
-Sesamoiditis
-Deformidades de los arcos plantares
-Dedos en garra, dedos en martillo
-"Juanetes" (hallux valgus)
-Lumbalgia
-Cervicalgia
-Callos consecuencia del mal apoyo, uñas encarnadas, ampollas por roces...
-Y un largo etcétera... puesto que si vemos el cuerpO como un todo, entenderemos que la solución es holística: cualquier desajuste en una parte de la cadena repercute en el resto.